Nació al alero del ferrocarril y de los habitantes de ValparaÃso. Pero de a poco le crecieron alas y se fue extendiendo hasta convertirse en una ciudad independiente. Un riquÃsimo y bien conservado patrimonio arquitectónico da cuenta de la historia de Viña del Mar, una ciudad que nació grande, con la mirada puesta en el Viejo Continente, y mucho más pendiente del Marga Marga que de las olas del PacÃfico.
Fotos: José Luis Rissetti
Cap Ducal
El arquitecto Roberto Dávila presentó cinco propuestas para la construcción del Cap Ducal. Ganó ésta que inspirada en la arquitectura naval, considera los elementos caracterÃsticos de los grandes transatlánticos.
El Casino Municipal de Viña del Mar
Castillo Brunet
En el torreón del Castillo Brunet, declarado Monumento Nacional el año pasado, Alfredo Azancot diseñó una mezquita para la familia original.
El edificio está actualmente en manos de Carabineros de Chile, quienes lo ocupan como residencia de descanso y para recepciones oficiales.
Castillo Ross
El Castillo Ross, actualmente ocupado por el Club Unión Ãrabe, fue declarado edificación histórica y/o arquitectónica el año 2000 por el municipio.
Castillo Valle
Al fondo del Pasaje Valle (cercano al Palacio AriztÃa) se sitúa otro ejemplo de arquitectura patrimonial viñamarina: el Castillo Valle, edificio de lÃneas venecianas construido en 1916, y en cuyas dependencias hoy funciona el Instituto de Historia de la Universidad Católica de ValparaÃso.
Castillo Wulff
En Avda. Marina se emplaza el Castillo Wulff, volumen recubierto en piedra y desde cuyas torres se obtienen espléndidas vistas de Viña. Hoy alberga a la Unidad de Patrimonio de la Municipalidad, institución que implementó en el lugar un Centro de Exposiciones abierto al público de lunes a domingo.
Palacio AriztÃa
Palacio Carrasco
Frente al Palacio Carrasco, que hoy acoge al Archivo Histórico Patrimonial destaca una escultura de Auguste Rodin.
Palacio Rioja
Una escalera imperial antecede a la semirotonda que configura el acceso del Palacio Rioja que hoy funciona como museo. Azancot diseñó para el Palacio Rioja un volumen ligeramente rectangular en cuyos costados sobresalen cuerpos circulares.
En el gran comedor del edificio se conservan los tapices, muebles y lámparas originales. Para evitar el daño por radiación las ventanas poseen un tratamiento de filtros UV.
Palacio Vergara
El Palacio Vergara, al interior del parque del mismo nombre, lleva casi un año esperando ser declarado Monumento Nacional. Mientras tanto recibe a sus visitantes, de martes a domingo, en su calidad de Museo de Bellas Artes.
Teatro Municipal de Viña del Mar
El 31 de diciembre de 1930 se inauguró el Casino Municipal, que en sus inicios contaba, además de los salones de juego, con salas de lectura, un recinto para prácticar tenis de salón y comedor.
De espaldas al mar
Nació al alero del ferrocarril y de los habitantes de ValparaÃso. Pero de a poco le crecieron alas y se fue extendiendo hasta convertirse en una ciudad independiente. Un riquÃsimo y bien conservado patrimonio arquitectónico da cuenta de la historia de Viña del Mar, una ciudad que nació grande, con la mirada puesta en el Viejo Continente, y mucho más pendiente del Marga Marga que de las olas del PacÃfico.
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Texto, Claudia Pérez Fuentes / FotografÃas, José Luis Rissetti
"Entramos por un vestÃbulo cuadrado, grande como una plaza. Pasamos a la biblioteca, una vasta sala con piso de parqué, estanterÃas bajas en tres de sus costados y muebles antiguos en torno a las murallas totalmente cubiertas de cuadros valiosÃsimos. Ahà dentro uno cree no estar en Chile. Aquello puede ser Europa, pero no Chile". Asà describÃa el poeta Manuel Magallanes Moure en una carta dirigida a su hija, la impresión que tuvo del Palacio Vergara cuando, luego de aceptar una invitación de Blanca Vergara, la dueña de casa, lo visitó por primera vez en 1918.
La descripción bien podrÃa ajustarse a otras muchas de las construcciones que por esos años se levantaron en la incipiente ciudad de Viña del Mar. Edificios majestuosos y señoriales que hablan del surgimiento de una urbe que, a diferencia de la vocación de balneario que actualmente la caracteriza, "nació dándole la espalda la mar", según cuenta el investigador del Archivo Histórico Patrimonial de Viña del Mar, Patricio Quezada.
Desde mediados del siglo XIX el polo de desarrollo inmobiliario fue la lÃnea del ferrocarril Santiago-ValparaÃso que estableció en la ciudad costera una estación. El ramal fue foco de atracción para los habitantes del puerto, especialmente para las grandes fortunas que encontraron en el Valle de Peuco *nombre de las tierras viñamarinas a la llegada de los españoles, quienes posteriormente las dividieron en dos haciendas: la "Siete hermanas" al sur del estero Marga Marga y "La Viña del Mar", al norte*, las condiciones apropiadas para construir, la mayorÃa de la veces, una segunda vivienda.
"La Viña del Mar será dentro de muy poco tiempo el jardÃn de las delicias de ValparaÃso", decÃa en 1856 El Mercurio porteño. Por esa época las prometedoras tierras estaban en manos de Dolores Pérez, viuda de Francisco Xavier Ãlvarez, comerciante portugués que las habÃa comprado en 1840. Con el tiempo fueron heredadas por Mercedes Ãlvarez, nieta del matrimonio, quien más tarde se casó con José Francisco Vergara, el ingeniero que impulsarÃa el desarrollo de la ciudad y de paso la construcción de las imponentes viviendas que comenzaron a poblarla.
LÃneas inspiradoras
Razón tenÃa Magallanes Moure cuando hablaba de estar en Europa. Gran parte de los edificios construidos durante la primera mitad del siglo XX *después del terremoto de 1906*, y que hoy foman el patrimonio de la Ciudad JardÃn, surgieron inspirados en la arquitectura del Viejo Continente.
- Construir bajo dichos cánones fue una suerte de moda en estos balnearios incipientes. En ellos se crearon estilos pintorescos a partir de los grandes techos, manzanas y aleros de las construcciones europeas- , explica el arquitecto y autor del libro "Balnearios tradicionales de Chile: su arquitectura", Cristián Boza.
Edificios que obedecen en su mayorÃa a un lenguaje formal "tomado de los estilos históricos predominantes del siglo XIX, pasando del neoclasicismo a la variada gama del historicismo de raigambre preferentemente inglesa", detalla el profesional en su texto.
Tales combinaciones otorgaron un aire ecléctico al naciente paisaje viñamarino que fue testigo del éxito de construcciones estilo Tudor o de villas italianas, modas que llamaron la atención de sus primeros habitantes, quienes los hicieron propios.
Uno de estos casos corresponde a la "maternidad de Viña", como llama Consuelo Valdés, encargada de la Unidad de Patrimonio de la Municipalidad, al Palacio Vergara, centro del sector sur de la urbe. "Desde ahà la ciudad nació como proyecto, desde ahà se pensó y en torno a él se construyó. Marcó una lÃnea, un estilo que se fue replicando", enfatiza.
El edificio *mandado a construir en 1906 por Blanca Vergara, hija de José Francisco, al arquitecto italiano Ettore Petri* responde al estilo veneciano. Rodeado de un exuberante parque, diseño de paisajistas franceses, el volumen de tres mil metros cuadrados impacta entre la vegetación. El interior también sobrecoge: grandes cuadros, lámparas de cristal, amplios espejos, esculturas de mármol, muebles Luis XIV, Luis XVI e Imperio visten el espacio.
El norte del Marga Marga también supo de gustos aristocráticos. En este sector construyó su residencia Fernando Rioja, ciudadano español que llegó a Chile en 1879, y que en 1907 encargó al arquitecto francés Alfredo Azancot el palacio que lleva su apellido. Situado en calle Quillota, el edificio es fruto de la admiración del proyectista por Ange Jacques Gabriel, creador del Petit Trianon, en ParÃs. Del palacio neoclásico rescató las proporciones, composición de fachadas y juegos volumétricos para diseñar el encargo viñamarino que, además de albergar a Fernando Rioja y su familia, sirvió de residencia a ilustres huéspedes. Azancot, fue también el encargado de proyectar en 1912 la mansión del acaudalado salitrero y vecino de los Rioja, Emilio Carrasco, una construcción afrancesada en Avenida Libertad, que sobresale por sus cuatro pisos terminados en mansarda y dos volúmenes laterales que enmarcan el pórtico y balcón de entrada.
Castillos de arena
Las fastuosas viviendas ubicadas en el centro de la ciudad contrastaban a principios del 1900 con las modestas instalaciones *un restorán y camarines para hombres y mujeres, entre otras* que fueron levantadas en el poco explorado borde costero, lejano y de difÃcil acceso."Las bañistas elegantes debÃan romper sus zapatos a destajo entre los riscos, atravesando los rieles del tren, las laderas del cerro o el cerro mismo. Una vez en ese lugar el confort no era mucho mayor", dicen Gonzalo Cáceres Quiero, Rodrigo Booth y Francisco Sabatini en el libro "Las puertas del mar".
Las cosas empezaron a cambiar con la habilitación del camino Miramar (actual Avenida Marina) que comenzó a implementarse a principios del siglo XX y atrajo hasta la orilla del PacÃfico el lujo del interior, destacando un particular y llamativo estilo: el castillo.
Uno de los ejemplos más sobresalientes es el Wulff ubicado sobre un roquerÃo de Avenida Marina y mandado a hacer en 1905 por el empresario alemán Gustavo Wulff, quien debió solicitar un permiso especial para edificar, puesto que según el Decreto Supremo Nº2.521 de agosto de 1902 "las orillas del mar pertenecen al Estado de Chile". Salvadas las trabas, el responsable de ejecutar la obra fue el arquitecto chileno Alberto Cruz Montt, quien creó un volumen con tres torres de lÃneas francesas y alemanas.
Casi al frente de este edificio se ubica el Castillo Ross, propiedad de Gustavo Ross Santa MarÃa, quien lo encargó en 1912, también a Cruz Montt. De estilo Tudor, destaca por su imponente fachada de piedra, material que viste a otro emblema de Viña del Mar: el Castillo Brunet encumbrado en el Cerro Castillo. Perteneció a Manuel Brunet Brown, y fue proyectado en la segunda década del siglo XX por el creador del Palacio Rioja, Alfredo Azancot quien, junto al arquitecto Jorge Schroeder, dio un aspecto medieval al volumen que reúne rasgos del perÃodo romántico gótico francés. Desde sus jardines se pueden observar la ciudad y el hotel restorán Cap Ducal, otro hito viñamarino. Lo mandó a construir Domingo Tocornal Matte, luego de llamar en 1936 a un concurso privado; respondieron cuatro arquitectos, entre ellos Roberto Dávila con cinco propuestas inspiradas en distintos estilos. Ganó la más vanguardista.
- Con fuerte influencia de la Bauhaus y tocando temas de Le Corbusier, planteó una nueva forma de hacer arquitectura. Trajo el nuevo aire de Europa que lo convirtió en referente continental- , afirma Cristián Boza.
Es en esta misma década *a fines de los 30* cuando, propiciados por la junta Pro-balneario *entidad encargada de administrar los fondos destinados al desarrollo de la ciudad*, comienzan a levantarse edificios orientados a la diversión y turismo. Surgen construcciones como el Casino Municipal, creado bajo lÃneas Art Nouveau y Art Deco por Acuña y Valdivieso Arquitectos, y el Teatro Municipal, de inspiración más clásica, hitos que, además de contribuir al eclectisismo de la ciudad, cambian su fisonomÃa, consolidándola como un balneario que finalmente da la cara al mar.
Vea galerÃa de fotos en nuestro sitio de internet: www.vyd.emol.com

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